TODO CAMBIA ...

giovedì 18 ottobre 2018

Fidel, El Che y los Gutierrez

Empecé a escribir esta novela en un caliente Febrero cubano.  Era  el año 2006 y el sol pegaba sobre Santiago de Cuba sin piedad.  A las dos de la tarde el taxista me descargó en la plaza del Mercado Ferreiro. Sin una pizca de sombra, con mi mochila, mi sombrero de Panamá y las gafas ahumadas tendría que haber buscado la residencia de mi amigo Ermanno.  Después de muchas peripecias encontré la casa particular donde fui recibido con un jugo fresco de naranja.  Fue allí que conocí a la dueña, la patrona de la casa, una mujer alta y un poco entrada en años que, sin ni siquiera averiguar mi nombre, me preguntó si había visitado La Habana.   A mi respuesta negativa empezó un largo monólogo lleno de suspiros y de recuerdos que tenía siempre el mismo estribillo. “Como era bonita antes” – acompañado naturalmente de mi pregunta: “¿Antes de qué?”
Ella, como si yo no hubiera abierto boca, continuaba: “Carros, luces, lujos, artistas, dólares, hombres elegantes, música ... antes, La Habana era el centro del mundo”.
Continuó contando que los domingos su padre la llevaba a los campos de zafra, donde los campesinos levantaban la mirada solo para saludar al patrón, volviendo en seguida los ojos al suelo, inclinados entre las cañas de azúcar.  Indicándome con el dedo exclamó: “¡Cada uno sabía cual era su lugar antes! ¡No como ahora!”   
“¿Antes de qué?”
“¡Pues de Castro y de la revolución!”
Me fui hacia la costa sin comentarios, pero en mi retina  quedó fijada la escena de los campesinos inclinados en el suelo y pensé que esa había sido la Revolución... la posibilidad de esas personas de no tener que inclinarse más delante del patrón.
Así, con una urgencia que jamás había experimentado antes, empecé a escribir el “Viento antes del viento”.
De vuelta a casa, después de un par de meses de dar vueltas a la idea, empecé a estudiar la historia de la isla rebelde y, así me dí cuenta, que los cubanos estaban acostumbrados a las revoluciones y que una larga hilera roja unía un siglo de historia a partir del 1868, pasando a través de la expulsión de los españoles a fines del siglo diecinueve, transitando por los años ’30 para llegar a diciembre del 1958.  La historia de la Isla es una galería de personajes revolucionarios a partir de José Martí, Maceo, Mella, Tony Guiteras, para llegar a los hermanos Castro, Cienfuegos y Guevara.
Tenía suficiente material para crear una saga y me vinieron en ayuda los Gutiérrez, cultivadores de tabaco, una de las familias más ricas de la Isla. A partir de Universo, he contado las historias de cinco generaciones pasando a través de Hadar, Salvador, Santiago y, finalmente Yara. Historias de fantasía, pero que tienen como telón de fondo la Historia única de la Isla.  Y hoy, que la saga llegó al final, estos personajes que me han acompañado en mis últimos doce años de vida profesional, me faltarán. Con sus peripecias, sus idealismos, el estar siempre de la misma parte para defender  a los esclavos, a las prostitutas, a los fugitivos y a la verdad.  Aunque les cueste la vida. No me queda que agradecer a los tantos amigos que en modo completamente desinteresado han colaborado a mi complejo trabajo. Un reconocimiento especial para mis compañeros que me han sostenido en los momentos de debilidad; ellos que, sin perdir nada en cambio, continúan a defender y difundir ideas de igualdad, de justicia y de solidaridad. Un agradecimiento particular a mi amigo Ermanno sin el cual no hubiera podido describir las maravillas de un pueblo tan especial siempre en lucha para defender la Revolución.
A Paula por su ayuda y su paciencia. 
A tí lector que has seguido esta aventura no me queda que saludarte a la cubana: ¡hasta la victoria !

Nessun commento:

Posta un commento